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NOTICIAS JURÍDICAS DE ACTUALIDAD

Fecha: 01.08.09

Fuente: latercera.com

DIVORCIO A LOS 50 EN CHILE

Divorcio después de los 50: un fenómeno que está en alza en Chile

Durante los últimos cuatro años, el número de hombres y mujeres que superan las cinco décadas de vida y que optan por divorciarse tras muchos años de matrimonio, se elevó en 130%

Tenía 55 años cuando se fue a vivir sola por primera vez en su vida. Habían pasado más de tres décadas desde que Lucía salió de la casa de sus padres para casarse, formar una familia, trabajar, criar hijos. Y pese a que el matrimonio no andaba bien hacía tiempo, estaba dispuesta -o resignada, como dice ella ahora- a continuar así, casada. Hasta que apareció otro hombre, uno que intentó conquistarla y que la hizo sentir que le quedaba mucha vida por delante como para perderla siendo infeliz. Su hijo era mayor de edad y ya no vivía con ellos.

Así es que no lo pensó demasiado. Un día, sin muchos preámbulos, se paró frente a su marido y le pidió la separación. El, un ingeniero de 56 años, terminó en la consulta de un siquiatra tratando de entender por qué una relación de 34 años había concluido de esa manera, y ella, escogiendo muebles, platos y cuadros para lo que sería su nueva casa, la que equiparía a su entero gusto, por lo que no se llevó absolutamente nada del departamento que compartían.

Durante los últimos cuatro años, según el Registro Civil, más de 14 mil mujeres mayores de 50 años y más de 18 mil hombres de la misma edad decidieron finalizar un matrimonio que la mayoría de las veces se extendía por décadas. Un fenómeno que ha llamado la atención de los especialistas, porque está en alza: entre 2005 y 2008, los divorcios en mayores de 50 se elevaron en 130%.

Es que, dicen los expertos, las personas -como nunca antes- tienen claro que les queda mucho por vivir, se sienten más libres, seguras de que no le deben explicaciones a nadie. "Hacen su balance y aparecen las carencias, lo que no han podido cumplir, y si una de éstas es la felicidad en pareja, no dudan en plantearse cómo quieren vivir el resto de sus vidas", dice el sicoanalista Juan Flores, de la Universidad Adolfo Ibáñez. Después de todo, hace 40 años las expectativas de vida no superaban los 65 años, hoy -en cambio- llegan a los 80.

Cocinar para uno

Pero no siempre es fácil. Para Lucía, la independencia cambió su forma de vida. Hoy, a sus 62 años, se junta seguido con sus amigas en los happy tour, sale de compras y viaja al extranjero cada vez que puede: "En estos siete años disfruté lo que no hice estando casada", comenta. A Augusta, sin embargo, el solo hecho de pensar en buscar un departamento para ella sola, ya pasados los 60 años, la aterraba. Hoy, lleva cuatro años viviendo sola y todavía le cuesta acostumbrarse a la soltería.

"Uno de los principales desafíos de las personas que se separan a esta edad es afrontar la soledad, después de tantos años de vivir en pareja. En ese sentido, el hombre parece tener menos recursos internos", explica Flores. Quizá por eso, la mayoría de los divorcios a esta edad los piden las mujeres. No existen cifras oficiales al respecto, pero los estudios de abogados dedicados a temas de familia concuerdan en ello. Y también tienen algunas características que los distinguen: "la mayoría de estos divorcios son unilaterales, a diferencia de los que ocurren cuando las parejas están en los 30, ahí es habitual que lleguen con todo acordado. Pero son pocas las parejas mayores que se divorcian y en que ambos estén de acuerdo", explica la abogada Alejandra Alvear, del estudio Mundo Legal.

La primera vez que Antonio (64) sintió la soledad que le trajo la nueva soltería fue cuando tuvo que cocinar. "Era algo que yo hacía habitualmente con mi familia, pero -de pronto- me encontré cocinando para mí, solo en mi departamento", recuerda. Para el doctor Flores, uno de los caminos a seguir es encontrar nuevos amigos. Pero para Antonio no ha sido fácil. Hace cuatro años, fue él quien decidió romper con un matrimonio de más de tres décadas. Años de problemas, que incluso los llevaron a terapia de pareja, terminaron cuando él conoció a otra. Aunque la nueva relación duró poco, le valió el repudio de muchos de los amigos que tenía cuando estaba casado y que también eran cercanos a su ex esposa. "Hay amigos en común que frente a la ruptura toman irreflexivamente partido por uno u otro lado. Y a esta edad, es complicado tener amistades nuevas. Yo he realizado talleres, en donde uno conoce personas casadas, divorciadas y solteras, pero finalmente lo que uno intenta es recuperar las amistades pasadas", comenta Antonio. Cecilia Yáñez, del estudio Abogados Todo Familia, relata que muchos de sus clientes se quejan de que les cuesta rehacer su vida social, porque muchos de sus amigos están casados.

El factor hijos

El hijo de Lucía apoyó la decisión de su madre desde el primer momento, tampoco los dos hijos de Antonio pusieron problemas para la separación. Pero los de Augusta insistían en que no tenía sentido y les pedían que siguieran viviendo juntos, en la misma casa, incluso sin que hubiera una relación de pareja entre ellos.

Pese a lo que podría pensarse en estas parejas, los hijos -pese a que casi siempre son mayores e independientes- siguen siendo un factor importante a la hora de sopesar una posible ruptura. "Una de las preocupaciones de los padres es cómo la separación va a afectar la imagen de ellos frente a sus hijos. Por eso, lo ideal es que no tomen partido", dice Flores.

Cuando Lucía terminó la relación por la cual abandonó su matrimonio, se juntó con su hijo: "Siempre creí que tú merecías un hombre mejor", le dijo, aunque tampoco se refería a su padre.

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Fecha: 02.02.09

Divorcio y Corazón

Divorcio y Corazón. Dos expertos concluyeron que el divorcio es más nocivo para la salud cardiovascular femenina que para la masculina. Los doctores Zhenmei Zhang (Universidad Estatal Bowling Green, Ohio) y Mark D. Hayward (Universidad de Texas) aseguran en un artículo publicado en ¨Journal of Marriage and Family¨ que los efectos del divorcio sobre las mujeres se deben a las consecuencias económicas y al estrés emocional de la ruptura matrimonial.

- Las divorciadas, viudas o casadas en segundas nupcias son más propensas a las enfermedades cardíacas que las que permanecen casadas con la misma persona.

- A los 60 años, si ninguna moría, el 31% de las que se habían vuelto a casar, el 33% de las divorciadas y el 30% de las viudas tendrían enfermedades cardíacas, frente al 22% de las que seguían casadas con la misma persona.

- Los hombres casados por segunda vez fueron un 19% menos propensos a las enfermedades cardíacas que aquellos que se mantuvieron casados con la misma persona.

El Gen del divorcio.

En otro estudio realizado en Suecia, por uno de los institutos más prestigiosos del mundo, reveló que los problemas de pareja podrían estar relacionados con una variación en el ADN en los hombres.

Un estudio revela que la culpa de las rupturas en las relaciones la tienen los hombres. En realidad, uno de sus genes (el alelo 334), que gestiona la vasopresina, este es un químico que genera el cerebro durante la actividad sexual conocido comúnmente como la hormona de la monogamia.

El científico Hasse Walum y sus colegas del Instituto de Karolinska, en Estocolmo, Suecia, llegaron a la conclusión de que los hombres dotados con esta variante del gen no están hechos para mantener relaciones estables y duraderas.

El estudio se llevó a cabo durante al menos cinco años con más de mil parejas heterosexuales. En la investigación los hombres confesaron, a través de tests psicológicos, si se sentían felices, cómo era la convivencia, si reían o besaban seguido y sobre el futuro de su relación.

El resultado fue que los hombres con el alelo 334 eran más propensos a estar solos, tenían mujeres menos satisfechas que el resto y sufrieron crisis de pareja en el último año.

Wallum dice que esto no equivale a estar "condenado" a fracasar en una relación de pareja, pero sí a que aumente la probabilidad de que ocurra y de que sea más infiel.

La investigación sobre la promiscuidad masculina comenzó con un estudio sobre el comportamiento de los ratones machos, que son monógamos según sea la recepción de la vasopresina en su cerebro.

El receptor de esta hormona está conectado con el sistema de recompensas del cerebro, de modo que se muestran un estado positivo cada vez que tratan con una ratón hembra de campo y se aparean.

Esto que les pasa a estos ratones se parece mucho a los hombres, pero según explican los científicos del Karolinska, lugar donde se elige el ganador del Nobel de Medicina, es tan sólo una especulación.

Este hallazgo servirá en un futuro para ayudar en la investigación de patologías caracterizadas por presentar dificultades en las relaciones sociales como el autismo o la fobia social, indicó el investigador.

Dos de cada cinco varones son portadores de este gen cuya acción los predispone a no poder mantener una relación de pareja duradera.

El trabajo fue llevado a cabo por un equipo de neurobiología de comportamiento del Instituto Karolinska.

El gen, que ejerce su influencia predominantemente en el cerebro masculino, determina las zonas de acción de una hormona cerebral, la vasopresina, y puede hallarse en una sola de las dos cadenas de ADN cromosómico o en las dos, con lo cual el portador del doble juego del gen es quien más inducido está por su genoma a no esperar que se cumpla aquello de que hasta que la muerte los separe.

Hasse Walum, genetista del comportamiento del mencionado Instituto que se ha encargado del estudio detalla la robustez de los resultados: preguntaron a los hombres de esas 1.000 parejas si habían experimentado crisis en el pasado año que pensaran que iban a acabar en ruptura. También interrogaron a sus mujeres sobre los niveles de afecto, y satisfacción de su pareja. En torno a un 15 por ciento de los hombres sin el gen tuvo una discordia matrimonial importante en el último año, frente al 34 por ciento de aquellos hombres con dos copias del gen que contestaron lo mismo. Las parejas de aquellos hombres con dos copias del gen obtuvieron peores resultados a la hora de valorar su satisfacción conyugal. Además, el 17 por ciento de aquellos varones sin el gen estaban viviendo con mujeres sin estar casados, frente al 32 por ciento de hombres con dos copias del gen que estaban en la misma situación, explica Walum que, sin negar la contundencia del resultado, explica que si bien la presencia del gen incrementa el riesgo de una ruptura matrimonial, hay muchos otros factores que conforman el comportamiento conyugal.

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Fecha: 24.01.07

Divorcio a los 50

Divorcio a los 50 años, una tendencia que crece entre los adultos

Son matrimonios que rompen su vínculo después de 25 años de casados.

En la mayoría de los casos no encuentran cómo redescubrirse una vez que sus hijos abandonan el hogar.

Lejos quedaron los tiempos en que los matrimonios eran para siempre. Y cuando eso no ocurre, generalmente las separaciones se producen en los primeros años de vida de la nueva pareja. Pero no todos descubren tan pronto que su media naranja no es la persona con la que desean pasar el resto de sus vidas. Ellos son adultos de entre 50 y 60 años que llevan más de 25 años de casados, pero que en algún momento –cuando sus hijos ya son independientes- deciden divorciarse de sus parejas para darse una nueva oportunidad de encontrar la felicidad que por alguna razón dejaron de gozar.

Para la psicoanalista Alicia Pose hay tres etapas que atraviesan la vida de un matrimonio:

La primera de ellas transcurre desde el nacimiento de los hijos hasta la adolescencia, donde las actividades de la pareja están abocadas en la crianza de los hijos, pero es en ese momento donde empieza la consolidación y marca una tendencia de cómo serán los próximos 20 años de vida y la vejez.

“En esos momentos hay mujeres que dependen en lo económico del sostén de su marido y participan más en la crianza de los hijos. Hay una división de roles demasiados fijos y muchos se olvidan de la pareja hombre-mujer”.

La segunda etapa es la adolescencia propiamente dicha de los chicos, que trae crisis en la familia, ya que muchas veces los padres compiten con sus hijos. “Hay un consumo de los adultos de una eterna juventud. Los que no son jóvenes tratan de serlo. Pierden el lugar de padres. Empiezan a competir con sus hijos”, explicó la especialista.

Por esa competencia por la sexualidad –que inauguran los jóvenes y que se observa cierta declinación en los adultos- es que, según Pose, muchas mujeres deciden hacerse cirugías estéticas y se visten como adolescentes, cosa que sus hijas no toleran y se pelean con ellas “como si fueran amigas”. Por la misma razón los hombres comienzan a salir con mujeres más jóvenes, ya que la suya deja de atraerles.

La tercera etapa es el período en que los hijos ya son grandes y se vuelven independientes. Muchos trabajan y estudian y algunos abandonan su casa para irse a vivir solos o en pareja.

Estas situaciones hacen que sus padres tengan que renovar su proyecto matrimonial, el llamado “contrato inconsciente de amor”. Para esas parejas queda un espacio vacío que antes lo ocupaban los hijos y que si bien podrían llenarse con la llegada de los nietos, la pareja deberá recontratar el proyecto común. “Estamos viviendo solos, ¿qué hacemos?” es la pregunta que deberían hacerse, según Pose.

Para la psicoanalista, esta etapa es ideal para poder cumplir sueños y, según su experiencia sobre los adultos que atendió en su consulta, las personas que pudieron mantener la comunicación, el amor y la confianza podrán permitirle a su cónyuge que desarrolle un propio espacio personal, ya que cada uno necesite su propia independencia.

Nada de esto le ocurrió a Carmen Ruiz (54 años), que se separó hace un año de su marido, luego de 25 años de casada y padre de su hija de 23. En el caso de Carmen, fue su propia hija la que le hizo entender que no podía seguir manteniendo una relación fracasada. “Ella ya es grande, independiente, estudia, trabaja y tiene novio. Hace su vida y hasta me ayudó a tomar esta determinación”, expresó Carmen y agregó que su hija “se dio cuenta de lo mal que se estaba viviendo en la casa. A ella le ponía muy mal verme a mi tan triste y mal con su padre".

La rutina y el aburrimiento

Para los especialistas, cuando los hijos abandonan la casa de sus padres debe surgir un espacio para realizar cosas que antes no pudieron hacer, como actividades artísticas, estudiar un idioma, trabajar en algo que le guste, y hasta salir con sus amistades sin la presencia de la pareja. Pero para esto último es necesaria la confianza en la relación.

En cambio, cuando en una pareja los caminos fueron distintos porque uno creció mas que el otro en el ámbito profesional o personal se pueden producir quiebras y con ello los divorcios. Problemas sexuales, la rutina y el aburrimiento también son motivos para que una parezca adulta se rompa.

Algo de esto último le comenzó a suceder hace un tiempo a Felisa García (56), que se divorció hace tres años de su marido, luego de más de 20 de casados. "Mi ex esposo estaba con problemas depresivos, no quería salir de casa. No podíamos salir a tomar un café. El se quejaba todo el tiempo y así se debilitó toda nuestra relación", expresó Felisa que con su ex tiene una hija que ahora tiene 25.

Pose destacó que para los chicos la separación de sus padres siempre es como un “jarro de agua fría” pero, a diferencia de la niñez o la adolescencia, los adultos-jóvenes pasado un tiempo aceptan la decisión que toman sus padres.

En los hijos adultos la principal preocupación estriba en el futuro de sus padres divorciados. A menudo son los hijos los más interesados en que el padre divorciado forme una nueva pareja, pues temen cargar con la responsabilidad de cuidar de él cuando llegue a la vejez.

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